Ivonne Wiener
Imposible marcar con precisión el inicio de una carrera artística y menos de una fotógrafa psicoanalista,
¿La primera exposición?
¿La primera foto que se autoevalúa como digna?
¿En medio del primer deseo reprimido que se explaya en imágenes?
Ivonne toma fotos desde siempre. Su obra es el resultado de la introspección: una vez Freud, siempre Freud y también de su necesidad de la búsqueda alquimista de su voz.
Ha explorado el paisaje, los retratos, lo abstracto.
En cada etapa la pregunta es la misma: ¿dónde estoy?
No le gusta precisar los conceptos, va tras las sensaciones, para ella hay una inefable substancia que simplemente se siente y encerrarla entre letras la ahoga.
Es subjetiva, audaz, usa lo que se le presenta como idóneo para compartir lo innombrable.
Alguna vez, por miedo a estar evadiendo el oficio, intentó el realismo y vencido el temor lo abandonó: la realidad ya está a la vista.
Es una fotógrafa a descifrar.
“En lo profundo” Un glaciar nos revela nuestros deseos más profundos.
“Introspección” Es una toma a un balcón que nos lleva a un encuentro con tu interior.
“Sed” Una paloma nos remite a los amores secretos, a las obsesiones.
Ha colaborado en ediciones de su ciudad-refugio: Querétaro. En el libro “Cien años de luz sobre Santiago de Querétaro” nos desvela sus rincones favoritos, sus paseos en solitario, lo que ella nostalgia cuando llueve.
Pareciera que Ivonne nos toma de la mano y nos conduce al mundo que es nuestro, y cuando decimos nuestro es tuyo, mío, de los otros, pero no se explica, se usa una mirada cómplice, un suspiro o bien una explosión de colores que se lee tan claro como el primer beso.
¿Tienes los labios a punto? Ivonne es para ti.