Carlos Aguilar y Linares
Carlos Aguilar y Linares, Escultor Mexicano, nacido en México D.F. en el año de 1945.
Desde muy pequeño se le veía jugando con plastilina “era su juguete favorito” comentan sus familiares.
Carlos Aguilar fue probando con diferentes materiales tales como el papel maché, el plástico, metal, etc. pero definitivamente fue el bronce el material que definió su estilo, con el que encontró la magia.
En Mayo de 1968 tuvo su primera exposición “Escultura en plástico”, en la galería Chapultepec, INBA.
Después de un largo vacío en su carrera como escultor de casi 20 años; se da cuenta que su hobby podría darle satisfacciones un poco más tangibles pues él se dedicaba como profesión a la música, que terminó siendo el tema principal de sus esculturas.
Dentro de su trabajo más representativo se encuentran:
- El trofeo “INTERNATIONAL JAZZFESTIVAL BERN AWARD” para el festival de Jazz en Berna, Suiza.
- El trofeo “Orgullosamente Latino” que entrega el canal de televisión “Ritmoson Latino”.
- La entrega del reconocimiento “La Musa del Jazz” escultura hecha por Aguilar para el director del “International Jazz Festival Bern” Hans Zurbrugg.
- El trofeo “AL GREY” en “Tavern on the green” en Central Park, New York, en compañía de Tonny Bennett.
- En abril de 1997 el personal de la embajada de Estados Unidos de America le dan por encargo al maestro Carlos Aguilar la escultura del presidente Bill Clinton tocando un saxofón.
- En el 2005 hace el “Tribute to Paquito de Rivera” en el “Carnegie hall” en la entrega del trofeo “Arts Leadership Award of the Americas” de la “Youth Orchestra of America”.
- En el 2009 crea en bronce “La paloma de la paz” y las pirámides de kukulkán para el Trimarán “Zamna” para el capitaneado por Vital Alzar.
Toda su obra parece flotar, a pesar de ser el bronce un material tan pesado, esa quizá sea su principal característica.
Este original estilo lo ha llevado a exhibir su obra en Suiza, Francia, Israel, Yugoslavia, Holanda, Dinamarca, Estados Unidos, Arabia Saudita y muchos otros países.
El artista le quita a su obra lo solemne y nos permite jugar con él. Podemos imaginar las partes que faltan en la escultura, otras veces completar la historia de cada una de ellas y así compartiremos “La magia del bronce".